Revolución molecular. Insurrección como logística y resistencia chi’ixi

Partimos de la noción de revolución molecular elaborada por Félix Guattari, las ideas de Mikhaïl Bakunin, la visión de insurrección que propone Comité Invisible, para llegar al pensamiento decolonial ch’ixi de Silvia Rivera Cusicanqui. Todo lo anterior, en conjunto con análisis de obras de arte, que contrastan los imaginarios de la revolución moderna y con los de las revueltas contemporáneas. 

Partimos de la noción de revolución molecular elaborada por Félix Guattari, las ideas de Mikhaïl Bakunin, la visión de insurrección que propone Comité Invisible, para llegar al pensamiento decolonial ch’ixi de Silvia Rivera Cusicanqui. Todo lo anterior en conjunto con análisis de obras de arte, que contrastan los imaginarios de la revolución moderna con los de las revueltas contemporáneas. 

Una revolución arepresentacional

La noción de revolución molecular elaborada por Félix Guattari, está enmarcada en lo que pensó junto al filósofo Gilles Deleuze, como la dimensión micropolítica* de la revolución, vinculada a revueltas acéfalas, sin cabeza ni ideología a la base y que interseccionan distintos modos de existencia que viven en la opresión. Ejemplos de estas revueltas moleculares son la revuelta chilena de 2019 y la Primavera Árabe de 2012-2012.

A diferencia de las revoluciones tradicionales, que requieren de un sujeto de clase cerrado, un gran significante que monopoliza el porvenir del tiempo histórico, mítico y épico, la figura del héroe revolucionario y la localización del poder en el Estado, las revoluciones moleculares:

  • se afirman en el proceso mismo,
  • conllevan una politización de la vida privada
  • se vinculan con modos de existencia sin imagen en la cultura,
  • e interpelan a una multitud que no se puede reducir a una identidad y que se une por la intersección de sus singularidades y el dolor frente a la opresión.

Por lo mismo, para distinguirla de los movimientos sociales que se articulan por la demanda y reconocimiento de derechos de un sujeto jurídico, la revolución molecular adquiere su sentido en el mismo deseo de cambio, que busca modificar una lógica hegemónica opresiva en vez de adquirir representatividad dentro de la misma lógica.

Una revolución molecular no busca llegar al poder, ni que una clase en específico lo haga, sino que se afirma en su propio proceso de cambio, en las aperturas y alianzas que produce, en las preguntas que entabla y en las nuevas conexiones que genera. Las revoluciones moleculares son logísticas que se arman y desarman, que no instituyen y que no buscan crear un/a sujeto/a definido ni llegar al poder macropolítico.

Veamos a qué nos referimos con cambio de lógica y salirse de la representación, con este ejemplo de la perversión de una bandera:

Bandera negra, utilizada en el estallido social como forma de protesta
Obra de arte "Patriot" de artista Dennis Adams
Patriot (2002) Obra de Dennis Adams

En la imagen de la izquierda, se pervierten los símbolos de la bandera a partir de la anulación de los colores blanco-azul-rojo, que nos remiten a una nación en particular. En la bandera negra, hay un cambio de contenido (color), que afecta el régimen simbólico y que, produce otro signo (el signo del luto), en los mismos términos. Sin embargo, sigue siendo una bandera y este cambio no distorsiona la lógica hegemónica que da nacimiento a los símbolos patrios. Por lo tanto, si bien hay resistencia a un cierto contenido, no se perturba la lógica de los símbolos patrios y los ideales que una bandera representa.

En cambio, en la obra de Dennis Adams de la derecha, vemos un cambio de lógica. Ya no hay mástil y no hay símbolos. Es una bolsa de plástico lanzada al viento. Los colores de la bandera confederada están en el cielo y en la bolsa, no dentro de la bandera. No es un cambio de los términos, sino que utiliza un desecho para pervertir la lógica misma de la existencia de banderas.

Utilizando este mismo ejemplo, hay movimientos sociales buscan representar intereses y adquirir derechos dentro de una lógica macropolítica, que brinda espacio a ciertos sujetos/as jurídicos, pero que no pervierte en sí la lógica dominante, sino más bien, busca espacio en ella. Desde ahí, el aspecto molecular de la revolución radica en su potencia transformadora y problematizante, que está siempre más allá de las soluciones a las que puede dar pie en lo social.

Lo cual no quita que en un mismo movimiento social puedan coexistir los dos tipos de manifestaciones, así como mixturas entre ambas. O incluso, que aquello que se resista a nivel de los meros contenidos pueda entrar como elemento dentro de un proceso de resistencia más amplio a las lógicas establecidas.

Mijail Bakunin y Marx: revolución menor y revolución del proletariado

Como dice Carr en su texto Michael Bakunin, este último habría sido el revolucionario que más ha sido vinculado a la anarquía, y su pensamiento puede ser considerado como una antesala para la micropolítica y las revueltas acéfalas. Su reputación se la ganó, desde 1848, con su activismo en revueltas en París, Austria y Alemania (Avrich, “The Legacy of Bakunin”). Como decía un contemporáneo suyo: “Tenía una fuerza que crecía en los huracanes y que madura mejor en climas tormentosos” (según reporta Lampert en Studies in Rebellion, p. 195). Es decir, Bakunin afirmaba el potencial de los momentos de crisis e incertidumbre.

A Bakunin lo arrestan en 1849, lo condenan a 8 años de prisión en la Rusia zarista, y cuando sale, lo exilian en Siberia, logrando escapar en 1861.

Para Bakunin, la lógica anarquista tenía relación con vivir desde el límite, habitar el malestar y permanecer siempre desde la perspectiva de lo inferior.

Por ello, a diferencia de Marx- con quien tenía una oposición fuerte- Bakunin estaba más vinculado al campesinado, a aquella masa de personas que no tenían imagen en la cultura y que no se identificaban a sí mismos como proletariado. Bakunin se veía a sí mismo como muy distinto a Marx, y se consideraba un pensador en la marcha, un “eterno buscador”, que no reconocía la existencia de ninguna ley preconcebida y a priori. (Carr, Michael Bakunin)

Bakunin y Marx, permanecen en disputa respecto de si la revolución se vincula con representaciones e ideología

Para Bakunin, la revolución no tenía que ver con representaciones ni ideología. Del mismo modo que la revolución molecular no se piensa en términos de ideología.

Por otro lado, Marx consideraba importante que la revolución fuese del proletariado, una masa homogénea que se organizara desde la conciencia de clase. De hecho, consideraba que el lumpenproletariado era un obstáculo para la revolución. En el capítulo V de su libro El 18 de brumario de Luis Bonaparte caracteriza al lumpenproletariado como aquella capa de lo social sin conciencia de clase y los describe como:

“vástagos degenerados, vagabundos, timadores, escritorzuelos, organilleros, mendigos, toda la masa informe, difusa y errante, que vive, de acuerdo a Marx, a costa de la nación trabajadora”

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Por el contrario, Bakunin consideraba que el campesinado, al estar menos expuestos a la civilización burguesa, conservaba su vigor primitivo y no estaba anclado a ninguna representación fija que guíe su sensibilidad desde afuera.

Debido a su rechazo a cualquier teoría o sistema prefabricado que supedita la insurrección a su doctrina, Bakunin producía fragmentos de conocimientos al mismo tiempo que creaba sus propios criterios. Su famosa frase, “el impulso de destruir, es un impulso creativo” (Avrich, “The Legacy of Bakunin”, p.131), se vinculaba con su resistencia a comprimir la vida de un hombre a una fórmula abstracta.

Desde un materialismo que podríamos pensar radical, Bakunin estaba en contra de toda teoría que capturara el potencial de cambio, que es aquello en virtud de lo cual una revolución mantiene su vitalidad.
En ese sentido, la insurrección propiamente micropolítica involucrada en una revolución molecular es una que sostiene el entremedio, el intersticio, con un principio y un final no asignables. Siempre estamos en medio de la revolución molecular. Y en ese sentido, se trata menos de una historia que de una geografía, del modo en que se ocupan políticamente los espacios del campo social.

Bakunin previó que las grandes revoluciones y las revueltas tienen un componente anárquico, que venía de la profundidad considerada inferior: para él la más vital. Su visión de la revuelta estaba en su paneslavismo, al hablar de que lo eslavo, como lo más primitivo y menos industrializado, estaba más conectado con el deseo de cambio, sin necesitar de los mecanismos de legitimación que requiere la burguesía y la identidad de clase.

La revolución molecular desde Comité Invisible, un análisis a partir de las artes

Para Comité Invisible, “La insurrección que viene” es una logística y no una ideología, que se juega a nivel de los territorios y las relaciones que pueden establecerse entre ellos: estrategias, usos novedosos y disidentes de las herramientas políticas disponibles. Se trata de una implicación en el acontecimiento: su afirmación a la vez que su doblegamiento, su articulación y su desarticulación.

Lo anterior tiene vínculo con una noción del tiempo de la revolución: desde un porvenir previsto a un estar en medio de la revolución. Algo que podemos visibilizar en la pintura de Delacroix puesta en contraste con la de Guillaume Bresson.

Imagen de la pintura  - liberty leading the people del autor Eugene delacroix
La libertad guiando al pueblo (1830)
«Liberty Leading the People by Eugene Delacroix» by mookiefl is licensed under CC BY-NC-SA 2.0

La libertad guiando al pueblo, pintada en 1830 por Eugène Delacroix, conmemora la Revolución de 1830, del día 28 de julio, en la que el pueblo de París se levanta contra el rey Carlos X de Francia. Esta imagen se convirtió en un símbolo de la revolución moderna y del sacrificio de los hombres por ideales supraterrenales, por un porvenir de la revolución. Desde una composición triangular ascendente, el símbolo patrio se alza lejos de los cadáveres que se presentan como daño colateral y se esparcen hacia los bordes. De esta manera, la revuelta es vista según dos perspectivas:

  1. el ideal que alza la bandera: una mujer de proporciones simétricas, pintada como una alegoría de la libertad
  2. los cuerpos que en su composición emulan a los mártires cristianos

(Warren, “A Foot Note to Eugene Delacroix’s Liberty leading the people”).

La libertad lleva un gorro frigio: una caperuza de color rojo y de punta curvada, que fue adoptado como símbolo por los asesinos que acabaron con el emperador romano Julio César, y que se popularizó en campesinos y pobladores de Francia como símbolo de la libertad.

El uso del color también es importante para Delacroix. Para remarcar las dos dimensiones señaladas: el uso de negro y de ocres, genera un alto contraste con el rojo y azul que están al centro de la composición y que se vinculan con los ideales patrios.

Todo esto es coherente con que, desde la modernidad, la historia de la revolución fue contada a partir de un punto de vista heroico y trágico, donde la lucha de clase era guiada por un tiempo del porvenir futuro o utópico, que orientaba la sensibilidad y requería la negación del presente en una ética del sacrificio.

 Untitled by Guillaume Bresson oil on canvas, 170 x 300 cm, 2008 Bourouina Gallery
Sin título, Guillaume Bresson (2010). óleo sobre lienzo, 170 x 300 cm (66 7/8 x 118 1/8 in.)

En contraste con esto, la pintura del artista Guillaume Bresson se acerca mucho más a la noción de revolución molecular: sin héroes, sin ideología a la base, sin símbolos patrios ni composición ascendente: los afectos, implicados en la luz, nos muestran un énfasis en la distribución del espacio y en el movimiento. Irreductible a una subjetividad o rostro, la revuelta contemporánea, tal como plantea Comité Invisible, tiene más relación con una logística, donde no podemos situar el poder en el Estado.

Una revolución preindividual

Para Guattari la revolución no debe preocuparse únicamente de las “fuerzas visibles a gran escala”, sino que también de “dominios moleculares de sensibilidad,de inteligencia y de deseo” (Tres ecologías, p. 14).

Dominios que no se reducen a los individuos ya constituidos. Porque solo a nivel de generalidades a gran escala se habla de individuos. Es decir, solo a nivel de lo molar y no de lo molecular. Dice Guattari que lo molecular es “más básico que el grupo y el individuo” (“El rol del significante en la institución, p. 79).

Es en ese mismo sentido que Comité Invisible plantea que la insurrección sabotea toda instancia de representación – podríamos decir, de reconocimiento de individuos -, incluidas allí las asambleas generales. Dicen, en La Insurrección que viene:

“todo movimiento social encuentra el primer obstáculo, mucho antes que en la policía, en las fuerzas sindicales y en toda esa microburocracia cuya vocación es controlar las luchas. Las comunas, desconfían espontáneamente de ellas.”

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Para Comité Invisible es inútil la contrahegemonía meramente discursiva. Más bien hay que boicotear:

  1. las lógicas de producción de subjetividades,
  2. las infraestructuras,
  3. las lógicas de acumulación de capital.

No se trata allí de “adueñarse” de la organización técnica, como si esta fuese neutra y simplemente dispuesta a que se la ponga al servicio de objetivos “nobles”. Dicho con Deleuze y Guattari (Anti-Edipo): la revolución no puede servir los intereses de grupo o de clase. Se trata más bien de apuntar a los modos de producción, a una lógica de lo maquínico como configuración y composición de las vidas en un mundo sensible.

Así, desde la perspectiva que estamos presentando aquí, la revolución menor o molecular consistiría en un modo singular de funcionamiento, una operación estratégica, un agenciamiento maquínico y no en un “teatro de la representación” (Deleuze & Guattari, Anti-Edipo). La propuesta, tanto de Deleuze y Guattari como la de Comité Invisible, es la de transfigurar, subvertir y, en última instancia, crear nuevas potencialidades a partir las herramientas políticas disponibles en el campo social.

El caso sudamericano: lo ch’ixi

Desde sudamérica, la pensadora y activista aymara Silvia Rivera Cusicanqui aborda el tiempo de las revoluciones y la construcción de lo común en relación a la noción de ch’ixi (“cheje”), palabra aymara que significa “gris” y que da cuenta de lo sucio, lo abigarrado. Es una noción antiesencialista que permite a Rivera pensar lo común sin homogeneizar, lo común no sometido a la lógica de la semejanza que traen las democracias deliberativas. Lo ch’ixi apunta a la coexistencia de lo heterogéneo sin que se lo reduzca a una identidad fija o a una esencia subyacente. De allí se deriva una “epistemología ch’ixi”, que precisamente apunta a lo que hay en el medio, que nos permite

“vivir al mismo tiempo adentro y afuera de la máquina capitalista, utilizar y al mismo tiempo demoler la razón instrumental que ha nacido de sus entrañas”

Rivera Cusicanqui, Sociología de la imagen, p. 217
imagen de Silvia rivera cusicanqui
Silvia Rivera Cusicanqui
«MX TV PREMIO INTERNACIONAL CGLU» by Secretaría de Cultura CDMX is licensed under CC BY-NC-ND 2.0

Para Silvia Rivera la macropolítica siempre será un interlocutor del Estado. En cambio, la agrupación micropolítica:

  • trabaja de manera subalterna
  • opera desde colectivos
  • y produce agenciamientos disidentes, en vez de buscar el reconocimiento estatal.

Contra una lucha decolonial atrapada en una vocación estadocentrista, o en la búsqueda de “naciones aymara”, Silvia Rivera habla, en su libro Un mundo ch’ixi es posible, de una revolución:

  • menor y abigarrada
  • que no reniega de la fisura producida por el colonialismo
  • que afirme un pensamiento/acción
  • que constituya espacios por fuera del Estado

El ch’ixi es una forma de comprender el mestizaje por fuera de los esencialismos y como forma de resistencia contra el resurgimiento colonial del fascismo: mestizaje como mixtura (Inostroza, 2018), como afirmación de los contrastes y la contradicción, sin buscar la pureza o la resolución total de los conflictos.

Referencias

  • Avrich, P. (1970). The Legacy of Bakunin. Fuente: The Russian Review, Apr., 1970, Vol. 29, No.2, pp.129-142.
  • Carr, E. H. (1837/1961). Michael Bakunin
  • Comité Invisible. (2007). La insurrección que viene
  • Deleuze, Gilles & Guattari, Félix. (1972/1985). El Anti-Edipo
  • Deleuze, Gilles & Guattari, Félix. (1980/1998). Mil Mesetas
  • Dolgoff, S. (2017). La anarquía según Bakunin. Editorial Ariel.
  • Guattari, Félix. (1977). “El rol del significante en la institución” en Deleuze & Guattari, Política y Psicoanálisis: El análisis de los enunciados
  • Guattari, Félix. (1989). Las tres ecologías
  • Inostroza, P. (2018).¿Pueden unas epistemologías de las diferencias resistir a los fascismos contemporáneos en Latinoamérica?. En Revista Bricolaje, Universidad de Chile.
  • Lampert, E. (1957). Studies in Rebellion
  • Marx, Karl. (1852/2003). El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Fundación Federico Engels.
  • Rivera Cusicanqui, Silvia. (2010). Ch’ixinakax utxiwa: una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores
  • Rivera Cusicanqui, Silvia. (2018). Un mundo ch’ixi es posible.
  • Rivera Cusicanqui, Silvia (2015). Sociología de la imagen. Miradas ch’ixi desde la historia andina. Buenos Aires, Argentina: Tinta Limón
  • Warren, E. (1990). A footnote to Eugene Delacroix’s Liberty leading the people. Fuente: Notes in the History of Art, 9(3), 24–30. http://www.jstor.org/stable/23202648

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